Este Soy Yo

Ni más, ni menos.

Mini-yo

Me llamo Ángel Molina y nací en abril de 1994 en Cádiz, España.

Mi familia materna está repartida entre Galicia y la Rioja, mientras que la de mi padre está en el Pirineo aragonés y Madrid. Eso significa que, como poco, todos los veranos hacíamos un viaje en coche a Madrid, la Rioja, Galicia o el Pirineo para pasar entre 10 y 20 días con ellos. Si algún año era posible incluso pasábamos parte de las vacaciones en un sitio y el resto en otro.

Desde pequeño fui un niño muy intenso, por llamarlo de alguna manera. Nací rozando la hiperactividad y nunca fui uno de esos niños tranquilos. Mi mente siempre estaba a mil por hora y me aburría profundamente si no tenía nada que hacer. Afortunadamente esos viajes me permitieron explorar la naturaleza, aprender a esquiar, culturizarme visitando muchos museos, castillos y monasterios…

Pero, sin duda, lo mejor era el viaje en coche. Para que el viaje de hasta 12 horas de duración no se me hiciese demasiado pesado, normalmente solíamos viajar de noche. Me puedes imaginar en el asiento trasero del coche, detrás del conductor, con la cara pegada a la ventanilla mirando las estrellas mientras atravesábamos las zonas con menos contaminación lumínica de toda España bajo los despejados cielos veraniegos.

A mi mente venían preguntas como: «¿cómo de lejos están las estrellas? ¿de qué están hechas? ¿cómo son los otros planetas? ¿por qué la Luna no se cae? ¿qué hay ahí arriba?»

 

Efectivamente, el cielo me llamaba profundamente la atención, pero también lo hacía el desmontar mis juguetes para ver como funcionaban. Probablemente hubiese sido un gran ingeniero o un feliz físico, pero estudiar nunca fue lo mío.

Sin llegar a ser un niño de altas capacidades, sí que demostré tener un CI superior a mis compañeros y una gran facilidad para asimilar conceptos o resolver problemas de forma rápida (o al menos eso dijo el psicólogo del colegio). Era genial no tener que estudiar para aprobar los examenes y sacar buenas notas. Atender en clase era más que suficiente para cumplir mis objetivos académicos.

El problema fue, que como todo, si eso no lo trabajas se acaba perdiendo. A medida que fui creciendo y el curso escolar se iba complicando era necesario que aumentase mis horas de estudio (o mejor dicho, que empezase a estudiar). Yo no había desarrollado un hábito de estudio y no me gustaba tener que hacerlo. Los suspensos llegaron en camiones.

El resto de mi vida académica siguió por la misma línea. Estudiaba lo justo para aprobar y el resto del tiempo lo dedicaba a estar en el ordenador aprendiendo otras cosas que me llamaban más la atención.

En YouTube conocí a mis primeros divulgadores científicos y me hacía auténticos maratones con sus vídeos. ¿Mis canales favoritos de TV? National Geography y Discovery Channel, por supuesto. Me tragaba todos y cada uno de los documentales que encontrase; arqueología, geología, naturaleza, ingeniería, astronomía… Todos me servían.

Me acabé graduando en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Cádiz, pero por el camino conocí a la Agrupación Astronómica de San Fernando y… Eso sí que me cambió.

Asomándome a las Estrellas

Comencé a observar las estrellas, los planetas, las galaxias y nebulosas que tanto me llamaban la atención de pequeño. Los telescopios se convirtieron en mi juguete favorito. Y no es que en ese momento fuese un inculto del espacio, pero mi aprendizaje al respecto fue exponencial. No me bastaba con ver algo, quería saber y entender qué estaba viendo, cómo y por qué.

Eventualmente, la Agrupación hace actividades públicas donde monta telescopios en mitad de la calle para que cualquier persona pueda observar el cosmos de forma totalmente gratuita. Se puede decir que ahí empezó mi labor como divulgador.

Casi todo el mundo tenía las mismas preguntas: «¿por qué la Luna nos muestra siempre la misma cara? ¿qué son los anillos de Saturno y por qué solo los tiene él?». Me di cuenta que el nivel general de conocimiento sobre la materia entre la población era bastante bajo, así que decidí abrir una página en Facebook donde respondería estas preguntas de forma sencilla y clara, para que todos lo pudiesen entender.

Justo en esa época había empezado a escribir un diario de observación. Básicamente es un cuaderno en el que apunto todos los objetos que observo por telescopio junto con una pequeña descripción de los detalles que consigo captar mirando a través del ocular. Así que el nombre de la página vino solo: EL DIARIO DEL ASTRÓNOMO.

No me preguntes cómo lo hice porque no lo sé, pero el contenido gustó muchísimo, tanto que en apenas 6 meses conseguí 6.000 seguidores en Facebook. Dos amigos míos, antiguos compañeros del colegio vieron potencial en lo que yo estaba «construyendo» y decidieron apoyarme montándo esta página web (bueno, esta no, esta es una versión mejorada de una versión más antigua que era una versión de otra más antigua… Ya me entiendes).

Me fui expandiendo a otras redes sociales, primero Instagram, luego TikTok, Twitch, YouTube y, por último y recientemente, Twitter (bueno, Twitter no, «X»).

En 2021, con la pandemia de las narices, me lie la manta a la cabeza y empecé El Orbitador, un podcast de divulgación científica centrado en la cosmología y la astrofísica junto a mi gran amiga Tatiana Cazorla, autora de Las Gafas del Hubble y astrofísica de profesión.

Que Me Quiten lo Bailao’

A día de hoy (literal, día que escribo esto) tengo unos 300.000 seguidores aproximadamente entre las distintas redes sociales, aunque el número aumenta cada día.

Por el camino he conocido a divulgadores increíbles que además fueron una inspiración para mí, como QuantumFracture o Javier Santaolalla. He tenido la suerte de entablar amistad con muchos de ellos, como Doctor Fisión, Control de Misión, Sergio Hidalgo… Sería imposible ponerlos a todos, pero ellos saben que los quiero a todos y cada uno (y una). He conocido a varios astronautas de la NASA y la ESA, investigadores e investigadoras de primer nivel que trabajan en proyectos como el telescopio espacial James Webb o el detector de ondas gravitacionales LIGO y demás personalidades super TOP del gremio científico.

He tenido la oportunidad de trabajar con marcas y empresas que me encantan, como Astroshop, ElGato, SvBony, Astrotelescopios… Jamás me iba a imaginar que empresas así llamaran a mi puerta para colaborar conmigo.

Soy consciente de que muchos jóvenes creadores de contenido sueñan con poder escribir unas líneas como estas porque yo mismo lo soñé hace años; pero te prometo que yo, a día de hoy, no me creo que esté viviendo esto. Me considero un don nadie que escribe cosas y publica vídeos en internet como otros tantos millones de personas de todo el mundo.

No creo que haya hecho nada especial, no creo que yo sea especial. Lo que si sé con seguiridad es que tú eres especial porque estas leyendo esto y, si lo estás leyendo, significa que eres una de esas personas que está al otro lado de la pantalla leyendo y viendo los vídeos que subo a internet desde mi casa en Cádiz.

Así que, por todo lo que me has dado, GRACIAS.